Las malezas y la oscilación de los precios internacionales arrinconaron a este grano, cuya producción es un sello distintivo del centro-este santafesino.
El cambio climático es una realidad que condiciona cada vez más a los sistemas de producción de alimentos en todo el planeta. Argentina no está exenta y, como país históricamente dedicado a la producción de granos, cereales y carnes, avanzar hacia sistemas más resilientes con más y mejor manejo y adopción de nuevas tecnologías es un desafío muy presente.
El ciclo agrícola que estamos transcurriendo se caracterizó principalmente por precipitaciones muy por debajo de lo normal y temperaturas por encima del promedio que expusieron a los cultivos a condiciones de estrés hídrico y térmico afectando negativamente su crecimiento y generando mermas en el potencial de rendimiento que ya son evidentes.
Tres años de sequía y la incertidumbre económica tensionan al máximo los ánimos en el sector agropecuario. Frente a eso, el rol del ingeniero agrónomo es clave.
El cambio climático eleva la incertidumbre y la variación permanente se transformó en un elemento que requiere la mirada atenta de los profesionales. La importancia de la planificación de los planteos.