Las actividades reservadas al título de ingeniero agrónomo especifican las competencias del ingeniero agrónomo para la aplicación de domisanitarios.
El control y erradicación de las plagas urbanas tanto en domicilios particulares como en comercios, industrias o espacios abiertos en general requiere una serie de competencias técnicas para ser llevado delante de manera segura y eficaz. Los ingenieros agrónomos, sobre la base de su formación académica y capacitación específica, están capacitados para trabajar como directores técnicos en empresas de higiene ambiental, una ventana laboral poco explorada por la mayoría de los profesionales.
La capacidad de gestionar tanto la compra como la administración y aplicación de productos químicos muy sensibles, así como una mirada integral sobre los procesos de control y erradicación, son algunas de las habilidades que los ingenieros agrónomos pueden aportar al rubro.
Recorrido y experiencia
Damián Vicente (Mat. 82-2-1092) es titular de la firma de control de plagas Sinplag. Tras recibirse de ingeniero agrónomo trabajó un tiempo en una fábrica de elaboración de alimentos congelados donde realizaba monitoreos de cultivos, al tiempo que iba sumando algunos clientes particulares. También pasó por el Inta Oliveros, siempre en relación con el control de plagas en cultivos. “Me empezó a interesar y a gustar el rubro y me di cuenta que diversificar mis tareas o aptitudes laborales era una buena estrategia, sobre todo porque siempre viví en Rosario y nunca tuve familiares ni allegados con campo, por lo que no era el camino más obvio para mi dedicarme a los cultivos”, contó.
Durante su recorrido laboral, antes de llegar a su propia empresa, Vicente se ocupó de análisis de calidad en fábricas. En ese ámbito, una de sus funciones era controlar a las firmas encargadas del control de plagas en los establecimientos. “Durante mucho tiempo controlé a esas empresas hasta que hace 6 años tuve la posibilidad de encarar mi propio emprendimiento, Sinplag, que está inscripta en Arroyo Seco”, explicó. Hace dos años también inscribió la empresa para prestar servicios en Rosario, donde se sumó a un grupo de profesionales que buscaba unificar criterios de trabajo para poder así mejorar las condiciones del rubro.
Laura Tempesti (Mat. 82-2-1268) también es ingeniera agrónoma, y junto a una socia especializada en seguridad en alimentos creó C&T control de plagas en la localidad de Álvarez, donde no había ninguna firma dentro de ese rubro. “Yo soy la responsable técnica y entre las dos nos complementamos, ella sabe más del tema de seguridad en alimentos y yo aprendo de eso y aporto mis conocimientos para el uso de productos domisanitarios”.
Su formación le permite entender mejor el comportamiento de las plagas, su zoología y ciclos biológicos. “Hicimos una formación específica” dijo la profesional, que comenzó a trabajar en el sector en 2017.
Para Tempesti sería útil una capacitación más profunda sobre el tema y una profesionalización de la tarea de director técnico: “es un terreno que debe abordar un ingeniero agrónomo y que requiere conocimientos, no es poca cosa tratar con plagas y con los productos”, dijo, para destacar que materias como zoología le brindaron una buena base de conocimiento sobre los insectos y sus ciclos biológicos.
Roedores y cucarachas, en la mira
Los servicios más habituales que brindan las empresas dedicadas al control de plagas urbanas pueden dividirse, en grandes líneas, en dos: los trabajos a gran escala en industrias o fábricas, y aquellos destinados a domicilios particulares o negocios o locales pequeños.
En relación a los grandes clientes, Vicente relató que desde San Nicolás hasta San Lorenzo todas las grandes industrias del rubro que sea requieren obligatoriamente contar con un servicio de control de plagas para operar. No sólo por obligación, sino también -y sobre todo- por necesidad. “El servicio más importante con estos clientes es el control de roedores, que si no se combate puede generar daños importantes sea por contaminación, sea por destrucción de instalaciones que luego se traducen en pérdidas económicas cuantiosas”.
Luego, el otro gran escenario de trabajo es lo que denominan “domisanitario”, o sea las aplicaciones o el monitoreo en casas particulares o negocios pequeños. En esos ámbitos, según la experiencia de Vicente, el problema principal son las cucarachas, aunque es frecuente también asistir a pedidos de clientes afectados por la presencia de avispas, alacranes, moscas o mosquitos y hormigas.
Tempesti, por su parte, contó que en su empresa también se dedican a domicilios e industrias: “yo me dedico más a domiciliario y mi socia a industrial, ella tiene buen manejo de roedores en la industria, que es un problema tremendo”.
En las casas particulares, según relató, las consultas están más relacionadas con insectos como hormigas, alacranes y pequeñas cucarachitas muy difíciles de controlar. “Buscamos evitar el problema, encontrar el foco, el lugar donde se esconden y a partir de eso vemos qué técnicas se pueden complementar”, dijo.
Se trata de diseñar un control integrado en base a herramientas propias que van desde una simple pero potente aspiradora hasta los productos químicos. “Usamos un abanico de posibilidades y priorizamos el manejo más que los insumos químicos”, detalló.
Formación continua
Para Vicente, estar al día en su sector de trabajo significa capacitarse casi de manera permanente. “Yo no tenía al principio los conocimientos específicos que requiere el control de plagas urbanas, aunque la experiencia previa de trabajar en las fábricas me ayudó mucho”.
En relación a la utilidad de lo aprendido durante sus años de formación universitaria, resaltó que como conocimiento de base “fue muy bueno”, y que luego depende del camino laboral de cada uno especializarse en determinados temas. “A mi me gusta comparar a la agronomía con la medicina. Tenemos muchos conocimientos generales, pero luego es bueno especializarse porque hay muchísimos rubros. Específicamente, plagas urbanas no se estudia mucho durante la carrera, pero si aprendemos sobre biología de plagas en general”.
En el control de plagas urbanas, los ingenieros agrónomos pueden desempeñarse como directores técnicos porque poseen buenos conocimientos en manejo de químicos, sus principios activos y los elementos de seguridad necesarios para trabajar sin riesgos.
Manejo de productos
Las empresas habilitadas están sujetas a controles fiscales estrictos ya que no se puede utilizar cualquier producto sino solo los autorizados por diferentes organismos estatales como la Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), el INAL (Instituto Nacional de Alimentos) y el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria). En todos los casos, debe ser un profesional matriculado quien debe refrendar sus prestaciones.
“Todas las empresas de plaga urbana precisan un director técnico que sea agrónomo”, argumentó Vicente, quien agregó que el control de plagas “no es simplemente aplicar químicos”. “Eso es lo más sencillo, pero lo más importante es detectar dónde está la plaga e investigar cómo llegar a ella. No alcanza con tirar productos en cualquier lado”.
El tema del dosaje es otro problema en si mismo, ya que mal administrados los productos son ineficientes o incluso peligrosos. “Puede convertirse en un problema gravísimo comparable a las personas que se automedican en medicina”, graficó Vicente.
Tempesti coincidió en señalar que el manejo de productos es muy delicado, y que sólo profesionales formados ya sea como ingenieros agrónomos o como veterinarios están formados para su aplicación y control.
“Los ingenieros agrónomos y los veterinarios son los más indicados para hacer la parte técnica de manejo, las aplicaciones y las recomendaciones. Ellos conocen mejor todo lo relativo a pulgas, garrapatas o ácaros mientras que nosotros manejamos mejor la parte agrícola. Nos complementamos bien”, agregó.
Falta de información
Así como el debate sobre las aplicaciones de agroquímicos en los campos es casi cotidiano, poco se habla y se escucha sobre las fumigaciones “caseras”, muchas veces hechas con escasa o nula información y nulas medidas de prevención.
Así lo destacó Vicente, para quien “al hablar con los clientes noto que hay mucha desinformación, es un tema ninguneado hasta que se recurre a un profesional”. “Todo el mundo tira Raid como si fuera agua de lavanda y es un producto altamente tóxico, vemos que se aplica en la cocina con la familia presente y alimentos sobre la mesa para matar cuatro moscas. Así nos intoxicamos casi sin darnos cuenta, no mucha tenemos conciencia sobre eso”, subrayó.
Algo parecido ocurre con los productos para jardinería, que son aplicados sin elementos de seguridad y sin conocimientos sobre el dosaje. “En general la gente se maneja con mucho desconocimiento y para eso estamos nosotros, buscamos darle un marco profesional a la cuestión”.
Tempesti, por su lado, agregó que no hay muchos ingenieros agrónomos que se dediquen a control de plagas domésticas: “a veces encuentro colegas que aconsejan de manera informal pero la venta de productos es un tema que debería estar más controlado”, apuntó.