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El uso de insumos biológicos en cultivos extensivos

El ingeniero agrónomo Carlos Fabián Piccinetti es investigador en el Instituto de Investigación Microbiología y Zoología Agrícola y habló del trabajo que realiza en el 2° Encuentro Nacional sobre Producción con Biológicos que se realizó en Venado Tuerto.

Aprender, debatir y evaluar sobre las nuevas tecnologías biológicas que llegan al mercado para la producción de cultivos extensivos fueron los ejes del 2° Encuentro Nacional sobre Producción con Biológicos que se realizó en Venado Tuerto y reunió a más de 1.300 asistentes.  El ingeniero agrónomo Carlos Fabián Piccinetti (Mat 03744 Ciafba) es investigador en el Instituto de Investigación Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del Inta y toda su vida se dedicó a los biológicos. Durante el encuentro que se llevó a cabo en la escuela agrotécnica salesiana de la localidad del sur de Santa Fe compartió datos concretos sobre el uso de bioinsumos en cultivos extensivos.

“Toda mi vida trabajé en biológicos, al principio empecé a trabajar con bacillus turingesing para biocontrol y después con rizobio en soja. Nos enfocábamos en aplicar microorganismos en soja y ver los efectos de la inoculación, ahora le llamamos aplicaciones porque engloba la inoculación también y se incluyen las aplicaciones foliares. Básicamente tengo experiencia en inoculación de semilla de soja y algunas otras leguminosas”, relató el ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional de Luján en 1996, doctor en ciencias aplicadas y actualmente profesional en el IMyZA ubicado en el predio del Inta Castelar.

Sus líneas de investigación están orientadas a la microbiología aplicada, en la interacción Rizobio-Leguminosa, en el desarrollo de bioinsumos microbianos y en emisiones de óxido nitroso de cultivos; además, es responsable de servicios especializados relacionados con el análisis de calidad de bioinoculantes comerciales y experimentales bajo criterios microbiológicos y validación agronómica.

“Dentro de los efectos de inoculación vemos que si uno hace un buen manejo de la inoculación uno espera tener un perfil de nódulos, que es un órgano nuevo que se forma, y ese perfil tienen que tener determinadas características. Tiene que estar cerca del cuello en el caso de la soja, mediana cantidad de nódulos, unos 15 o 20, no más, de gran tamaño. El rizobio se transforma y es capaz de desdoblar la molécula de nitrógeno del aire, la transforma en un nutriente esencial y ese es el índice de eficiencia más alto que hay porque todo lo que fija lo envía a la planta. Después la planta hace lo que quiere, la envía a hoja, tallo”, indicó.

Piccinetti explicó que dentro de los efectos de inoculación que observan primero está el perfil de nodulación, cómo se implanta el cultivo. “La expresión que vemos es la biomasa total producida y cuánto aporta la simbiosis. Utilizamos técnicas isotópicas para poder determinar los campos y después el rendimiento. Cómo es uno de los factores más importantes, el rendimiento, lo que hace a la economía lo vemos desde el punto de vista de la sustentabilidad. A mayor eficiencia simbiótica, mayor aporte de nitrógeno biológico que deja de sacar o podemos aspirar a potenciales de rendimiento”, precisó.

En ese sentido, mencionó que si en una soja de alto rendimiento, que rinde 6 mil kg/ha, un suelo provee 150 o 200, “el resto viene de la simbiosis”. En suma, aclaró: “La simbiosis es lo que nos da la naturaleza, lo que hacemos en la investigación es agregarle valor, seleccionamos a las cepas más eficientes. Colocamos el inoculante, que es el carrier que transforma los beneficios al sistema productivo, con una buena práctica de inoculación tenemos la posibilidad de que todo lo que demande la planta gran parte provenga del aire. Nuestro horizonte es que el índice de cosecha de nitrógeno del cultivo esté compensado con la fijación. Ese es nuestro gran objetivo”.

Motor de crecimiento

Piccinetti mencionó que dentro de lo que hay disponible en el mercado están claros los fijadores simbióticos, pero no está claro que función cumple PGPR (inoculación con bacterias promotoras de crecimiento vegetal), un motor de crecimiento. “Aunque parezca una trivialidad el promotor de crecimiento al ponerse en la semilla hace que el cultivo se implante bien, genera un buen sistema radical y que esté más verde al principio. Esa implantación es clave para enfrentar el ciclo del cultivo. Ese es el efecto principal de los promotores. Esa condición inicial que partís es mejor que otros”, relató.

El ingeniero agrónomo brindó como ejemplo que en un trigo se genera un macollo más por cada planta, lo cual en el rendimiento entre el 70 y 80% de los casos va a dar un efecto positivo significativo respecto de la producción. “Con esa explicación uno reduce las expectativas, porque cuando las expectativas son altas algo que no te da lo que esperabas te genera algo negativo, aunque por ahí generó el efecto por lo que fue creado el promotor, pero por ahí no dio rendimiento significativo, no lo vio la máquina. Pero sí generó efecto”, señaló.

El investigador en el Instituto de Investigación Microbiología y Zoología Agrícola subrayó que el camino para promover el uso de bioinsumos es “tener datos” y por eso compartió algunas claves a tener en cuenta. “En soja hace más de 60 años que se está cultivando y seguimos aprendiendo. Los mecanismos de la trichoderma son de biocontrol, antibiosis, y otros. Lo que hay que entender es que el químico actúa si lo pones en la semilla 15 días, 30 días desaparece. La trichoderma se asocia a la planta y está durante todo el ciclo. Hay que darse cuenta de que es un organismo vivo y lo tenemos que tener vivo fisiológicamente. Para que cumpla la función para la que fue desarrollado. Ese punto que parece sencillo no es tan sencillo que se entienda, tememos en la cabeza otras cuestiones. Entender que es un organismo vivo, que respira, no habla pero se comunica.  Se tiene que instalar en el suelo, en la rizosfera. Son atributos que tenemos que explotar al máximo y dar a conocer, difundir”, subrayó sobre los insumos microbianos.

Datos globales y nacionales

Los insumos biológicos en el 2021 produjeron u$s 10.600 millones en América latina, según un estudio de mercado realizado por la consultora “Research and markets” y presentado por la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos  (CIAFA).

Los cultivos extensivos de Brasil y Argentina, junto a producciones intensivas de frutas y hortalizas de México, Chile, Perú, Colombia han convertido a la región de Latam en la zona de mayor crecimiento de uso de biológicos agrícolas en todo el mundo.

Se proyecta que en 2025 el mercado de bioinsumos alcance los u$s 1.8000 millones y crezca por sobre los u$s 3.400 millones en 2029, estimaron desde Red Agrícola.

En Argentina, existen 942 productos registrados en Senasa incluyendo fitosanitarios, fertilizantes y enmiendas. Corresponden a un total de 158 empresas registrantes. La gran mayoría de los productos son elaborados a base de bacterias (Bradyrhizobium Pseudomonas y Azospirillum) y en menor medida hongos (cepas de Trichoderma), destinados a la producción de soja, seguida por otras leguminosas como maní, vicia y legumbres), cereales y forrajes.

El 88% de los productos están registrados en Senasa como fertilizantes biológicos. El 38% son fitosanitarios, el 17% enmienda orgánica, el 29% fertilizante mezcla, el 13% fertilizante puramente orgánico, el resto como enmiendas biológicas, detalla CIAFA.

Cruzando datos aportados por las diferentes cámaras, empresas y organizaciones del sector, el porcentaje de uso de biológicos en Argentina ya está cercano al 7 % en cultivos extensivos. Porcentaje que crece campaña tras campaña, subrayaron los organizadores del 2° Encuentro Nacional sobre Producción con Biológicos.

En lo que hace al tratamiento de la semilla de soja con productos biológicos inoculantes el porcentaje está en torno al 80%. El uso de tratamientos de semilla biológicos con Trichoderma, Bacillus u otras sustancias activas en cultivos como trigo y soja el porcentaje es del 7 al 10%. La utilización de biológicos de aplicación foliar está cercana al 3%.  Estos porcentajes crecen en el manejo de cultivos intensivos (tomate, pimiento, etc.) en Argentina. En Brasil, en cultivos extensivos, el uso de biológicos ya supera el 17%.

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