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Ley de Bosques en Santa Fe: conservar y producir pueden ir de la mano

La normativa, sancionada en 2009, se fue ajustando en función de las realidades territoriales de cada zona.

Desde hace más de una década, Argentina tiene una Ley de Bosques, un cambio normativo importante para la protección de esos ambientes que abrió un camino de desafíos a la hora de su implementación efectiva en los territorios, así como en la búsqueda de equilibrios con las actividades productivas de cada región. La Ley establece que son las provincias las encargadas de realizar el ordenamiento territorial de sus bosques nativos según tres categorías diferentes: la I (roja) prohíbe cualquier tipo modificación; la II (amarillo) donde se autorizan usos sustentables del territorio como turismo, recolección e investigación científica; y la III (verde) que refiere a sectores que pueden transformarse parcialmente o en su totalidad, previa realización de una evaluación de impacto ambiental.

Gonzalo Robledo (Mat. 82-1-1402 )y Fernando Aiello (Mat. 82-1-0862 ) son ingenieros agrónomos y vienen trabajando sobre el tema desde hace varios años. Desde su experiencia y su visión, compartieron con Agrovisión el panorama de la Ley de Bosques en Santa Fe, el recorrido de su aplicación, las potencialidades que tiene el norte provincial y los desafíos pendientes a la hora de pensar en una renta integral para los profesionales que se dediquen a trabajar con este tipo de planes de manejo.

El espíritu de la ley

Resulta importante identificar que el “espíritu” de la Ley de Bosques consiste en mantener la prestación de los servicios ecosistémicos que esos ecosistemas brindan a toda la sociedad. Como apreciación de los técnicos “en la práctica debajo de la mayoría de los bosques encontramos ganadería, y en este sentido se debió adecuar la prestación de servicios ecosistémicos prestando mucha atención a uno de esos servicios que consiste en la provisión de bienes, en este caso, la provisión de carne”.

Aiello, que comenzó a trabajar con este tema en la provincia del Chaco (uno de los primeros distritos nacionales en adherir a la normativa), agregó que se fue avanzando en un ajuste sobre las expectativas iniciales que despertaba la Ley y su adecuación a la realidad de los territorios.

“En un tránsito que fue y es largo debieron encontrarse las dos actividades (prestar servicios ambientales y producir bienes) y eso devino en algunas definiciones que se comenzaron a usar en los últimos años, como el manejo de bosques con ganadería integrada, además de la generación de otras actividades productivas sobre los bosques nativos”. También mencionó que en, Santa Fe, sólo quedan bosques en categoría de conservación II (amarillo) y categoría I (rojo) “debido al histórico avance de la frontera agrícola”. 

Para Robledo, existen al menos dos cuestiones para resaltar: por un lado, en general se encuentran con que los pequeños y medianos productores “necesitan de la gestión de los recursos del bosque para lograr su subsistencia mediante la producción”. “Trabajamos delineando herramientas en función de mantener los servicios ecosistémicos y de garantizar cierta rentabilidad para el productor”, dijo el especialista.

La foto santafesina

En la provincia, por su propia historia y actualidad productiva, esa adaptación de la letra dura de la normativa a lo que muestra y expresa el territorio es clara. Así lo señaló Aiello, quien se tomó el trabajo de cruzar los datos de suelos que quedan disponibles con el mapa de bosques en territorio santafesino: “francamente, y dependiendo la región (sea el Espinal o el Chaco Húmedo o Semiárido), la realidad es que los suelos de aptitud agrícola son bajas superficies relativas en los suelos que tienen bosques. Dicho de otra manera, la expansión de la frontera agropecuaria en Santa Fe no está en los bosques, sino en hacer mejor las cosas en las zonas que ya fueron agriculturizadas”.  

Fuente: elaboración propia (F. Aiello), en base a información de suelos del INTA en escala 1:50.000, combinado con el mapa de bosques OTBN de la provincia de Santa Fe, y los límites de las ecorregiones.

Robledo avanzó en el mismo sentido al explicar que si se desglosa al territorio provincial según sus ecoregiones, puede verse por ejemplo que en la zona del Espinal existe una menor presencia de bosques “desde mucho antes de la sanción de la ley”. Ambos consideraron que falta difusión de aquellas prácticas de manejo existentes para desarrollar una ganadería sobre ambientes naturales, que permita de manera simultánea alcanzar los objetivos ambientales y productivos que la sociedad pretende de los espacios rurales.

Mejor manejo, la clave

Uno de los elementos importantes para asegurar el buen estado de los bosques nativos pasa por optimizar el manejo ganadero, sobre todo en zonas sensibles. “Lo que en muchos casos no tenemos es un buen manejo y así lo marcan los índices en términos productivos y reproductivos de los rodeos del centro norte. Si tuviéramos una ganadería con mejor desempeño, también tendríamos bosques mejor conservados” subrayó Aiello.

Un ejemplo de eso puede ser la alimentación que se le suministra al ganado: para el profesional, si un bovino consume un renoval de un árbol, que en definitiva es el futuro de un bosque, es porque no encuentra otro tipo de forraje, no por elección. “Si tuviéramos una mejor oferta de forraje, seguramente se haría un daño menor al suelo y al propio recurso forestal”, insistió, para agregar que por ese motivo no cree que haya necesariamente una contraposición entre la producción y la conservación, ya que existen ciertos arreglos de esa ecuación “que pueden ser sumamente positivas para ambos vectores”.

Según la visión de Robledo, es importante recordar que la región donde es necesario avanzar en esto son los cinco departamentos del norte provincial, donde existe ese sistema de producción integrada con los ambientes naturales. 

“Es una zona donde hay profesionales con mucho conocimiento y las herramientas ya están desarrolladas, lo que falta es trasladarlas al productor, tanto las llamadas ‘tecnologías de insumos’ como las relacionadas al conocimiento”, razonó el ingeniero agrónomo. Esto permitiría, en su opinión, “desarrollar una producción más eficiente, lo cual redundaría en un mejor rendimiento ganadero integrado a una renta adicional vinculada a los productos forestales como la leña, postes o madera para aserraderos cuya demanda no se está supliendo formalmente”.

Adecuaciones en marcha

En la provincia de Santa Fe la última adecuación del mapa de OTBN que requiere en forma periódica la ley de Bosques se realizó en el año 2019. Uno de los cambios estuvo relacionado con el ajuste a la definición de “bosques” brindada por FAO (la organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura) y adoptada por el COFEMA (Consejo Federal de Medio Ambiente). Esto implicó cambios sobre la definición de bosques considerados como tales en el OTBN, en relación a aspectos como los porcentajes de cobertura de copas o las alturas mínimas de la vegetación. “Hubo una adecuación reciente, eso hizo que en el centro oeste provincial se hayan ampliado las zonas consideradas bosques respecto al OTBN que regía previamente”, detalló Aiello. El profesional dijo que en estos procesos también se evidencian los límites y potencialidades de las herramientas con sensores remotos: “el mapa oficial  de OTBN funciona como línea de base y luego viene el trabajo de los técnicos en el terreno que debería confirmar o ajustar la información del mapa”. 

En ese punto Robledo añadió que “la pericia de los técnicos que llevan adelante los diferentes planes de manejo es útil para ir logrando una base a partir de la cual se enriquece el OTBN, lo cual es muy importante”. 

Rentabilidad y oportunidades

¿Cuán interesante puede ser el trabajo en planes de manejo relacionados con la Ley de Bosques para los ingenieros agrónomos? Para los profesionales, queda aún un largo trecho para que los ingresos por este tipo de trabajos puedan compensar los esfuerzos y la dedicación que requiere. “Falta discusión, si bien hay muchos técnicos interesados y capacitados para dedicarse a esta actividad, y que además conocen muy bien la zona, todo depende aún de los esfuerzos personales, porque la verdad es que la remuneración de este trabajo no es apropiada”, puntualizó Robledo, para luego destacar que existen  convocatorias de años anteriores “que aún no se han ejecutado o se han hecho parcialmente”, lo cual dificulta la posibilidad de planificar a largo plazo junto con el productor.

Por su parte, Aiello agregó otro punto a tener en cuenta: la necesidad de pensar en una renta diversa que ponga en valor las distintas actividades que pueden llevarse adelante en estos ambientes, no sólo acotado a la actividad pecuaria bovina: “generalmente sólo se analiza la renta ganadera y no se ponderan otras actividades posibles como una apicultura bien entendida o una actividad forestal de mediana intensidad”.

En su opinión “venimos percibiendo que hay otras actividades productivas que articuladas inteligentemente pueden construir una renta mucho más interesante para que no gravite todo sobre el sector ganadero”.

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