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Trigo: aspectos para tener en cuenta (con énfasis en el Sur de Santa Fe)

Resumen

En la subregión triguera II norte, de la que forma parte el sur de la provincia de Santa Fe, el trigo es un importante cultivo necesario por sus aportes a la sustentabilidad de los sistemas de producción. En esta zona permite en forma muy ventajosa el doble cultivo con la soja, dado que este cereal desocupa los lotes a fines de noviembre y permite la siembra de la oleaginosa en fecha adecuada. En la actualidad existe una brecha muy importante entre los rendimientos posibles de obtener y los que se obtienen en la realidad. El artículo analiza los principales factores que contribuyen a la brecha y las prácticas más importantes para reducirla, entre las cuales se mencionan las que definen la estructura del cultivo (genotipos, fecha y densidad de siembra) y las que modifican el ambiente explorado (manejo de los nutrientes, protección de adversidades bióticas y manejo del agua). Los datos mencionados surgen de muchos años de experimentación en el campo experimental de la EEA INTA Oliveros y en campos de productores en distintas localidades de esa zona.

En el último quinquenio la Argentina duplicó su producción y triplicó sus exportaciones de trigo; en la campaña pasada (2019/20) con un área sembrada 6,8 M de ha se obtuvo una producción de 19,5 M t, con un rendimiento promedio de 30 qq. ha-1. En los últimos 30 años los rendimientos aumentaron a una tasa del 0,8% anual. 

El mejoramiento genético es el que más contribuyó al incremento del rendimiento del cultivo de trigo, aproximadamente en más de un 50 %, el resto se atribuye a las tecnologías de manejo aplicadas y a la interacción genotipo – ambiente. 

En Argentina, la brecha de los rendimientos tiene una variación importante, en el NOA del 50%, 30- 35% para la región Centro (S de Córdoba y Santa Fe; Norte de Buenos Aires) y del 20% para el SE de la provincia de Buenos Aires (subregión IV). 

Específicamente para el S de Santa Fe la brecha entre el rendimiento Potencial (sin limitantes de agua y nutrientes) y el Real (obtenido con la tecnología que aplica un buen productor de la región) es del 42%. Esto demuestra que existe aún un gran potencial para explorar y aumentar los rendimientos de trigo en el futuro.

Específicamente para el Sur de Santa Fe, el rendimiento promedio obtenido con las tecnologías disponibles y ya en uso por los buenos productores, es del orden de 4.300 kg ha-1, mientras que el rendimiento promedio de la región está en el orden de los 3.500 kg ha-1. Si se tiene en cuenta que el rendimiento alcanzable combinando las mejores tecnologías de manejo e insumos y limitado solamente por déficit hídrico es de 5.900 kg ha-1, es posible pensar que se pueden mejorar sustancialmente los rendimientos promedios de esta zona.

Es importante mencionar que lograr altos rendimientos en el cultivo de trigo y a su vez buena calidad comercial requiere no sólo de una correcta elección de la variedad sino también de un óptimo manejo del cultivo (principalmente de la nutrición nitrogenada).

La calidad es un carácter de muy difícil manejo aun cuando esté condicionado genéticamente. La causa de ello es la influencia que ejerce el ambiente en su manifestación.  Por ejemplo, la temperatura del aire induce a una serie de cambios en la fisiología de la acumulación de reservas en el grano que actúan de manera compleja modificando su calidad industrial.

Las decisiones de manejo más importante para reducir las brechas de rendimiento son de dos tipos:

  1. Aquellas que definen el tamaño y distribución espacial de la estructura del cultivo
  • Elección del genotipo
  • Fecha de siembra
  • Densidad de siembra
  1. Las que modifican el ambiente explorado por el cultivo 
  • Manejo de los nutrientes (fuente, momento y dosis)
  • Protección de los cultivos (malezas, enfermedades y plagas)
  • Manejo del agua

Sin duda, las decisiones de manejo deben tratar de colocar el Periodo Crítico del cultivo en condiciones ambientales que maximicen el rendimiento con el mínimo impacto negativo en el ambiente. En trigo este periodo se ubica 20 días antes de antesis y los 10 días posteriores. Por este motivo se deben conocer las etapas de crecimiento y desarrollo del cultivo y de los componentes de rendimiento que se generan en cada una de ellas. 

Con respecto a las variedades a utilizar, los ensayos comparativos de rendimiento (ECR) realizados durante 13 campañas consecutivas, muestran que las ciclo largo e intermedio, con un rendimiento promedio de 4.484 kg ha-1, tuvieron un mejor comportamiento que las de ciclo corto que alcanzaron 4.195 kg ha-1, con una diferencia de 289 kg ha-1.

Para el S de Santa Fe, se determinó que las siembras tempranas, fines del mes de mayo – principios de junio maximizan el rendimiento del cultivo, ya que ubicarían el periodo de antesis – inicio de formación del grano a una menor temperatura, incrementando el número de granos por área y el peso de éstos. Los mayores pesos de granos se han obtenido con temperaturas entre 17 – 19 ºC, es importante considerar que, durante la etapa de llenado de los granos la amplitud térmica no sea inferior a 12 -13 ºC.

Para establecer una adecuada densidad de siembra (pl m-2), se debe considerar tanto el cultivar a sembrar como la fecha de siembra. Es conocido que, para un excelente rendimiento del cultivo de trigo, debemos lograr en la espigazón entre 500 – 600 espigas m-2. En base a este dato es importante saber cuántos macollos fértiles podemos obtener según la fecha de siembra y la condición particular del tiempo y clima.

A modo de ejemplo en la siguiente tabla se muestra la cantidad de macollos fértiles obtenidos según fecha de siembra en el S de Santa Fe. Los ensayos fueron realizados en el campo experimental de la EEA Oliveros INTA y los resultados presentados son el promedio de 5 campañas consecutivas.

Tabla: Número de macollos fértiles obtenidos según fecha de siembra. Localidad Oliveros. Santa Fe. 

MAYO JUNIO JULIO AGOSTO
Década Décadas Décadas Década
20-30 1-10 10-20 20-30 1-10 10-20 20-30 1-10
Nro de macollos fértiles
3 – 2,5 2 1,7 – 1,5 1,3 – 1,2 1

Los valores presentados en la tabla anterior son útiles para el cálculo de los kg ha-1 de semilla a sembrar:

Kg ha-1 de semilla = [(peso de mil semillas x plantas m-2) / Poder germinativo] x FC

Donde: FC es un factor de corrección, su valor dependerá de las condiciones particulares del lote a sembrar, puede variar entre 10 – 20%.

Un factor decisivo en el rendimiento del trigo es el barbecho previo a la siembra, tiempo en el cual el suelo debe permanecer con suficiente cobertura de rastrojos del cultivo anterior y libre de malezas. Es determinante la cantidad de agua que se pueda almacenar para cubrir los déficits hídricos, muy comunes en la zona a principios de la primavera, cuando el cultivo comienza a incrementar el consumo de agua.  

Un suelo Argiudol típico serie Maciel hasta los 2 m de profundidad puede contener entre 280 a 300 mm de agua útil o disponible. Un consumo de agua frecuente en los cultivos de trigo del Sur de Santa Fe es entre 320 a 350 mm desde la siembra a madurez fisiológica (MF). Por ello es necesario determinar la lámina de agua disponible en el perfil del suelo, focalizando esta determinación en los primeros 40 cm de profundidad donde se desarrollan el 75% de las raíces. Conociendo la disponibilidad de agua, se puede estimar el rendimiento posible de alcanzar y con ello, definir con más precisión algunas de las tecnologías a aplicar, en especial la fertilización. 

Los sistemas de producción de trigos eficientes y efectivos requieren de una nutrición balanceada para maximizar la eficiencia del uso de los recursos e insumos. La aplicación de nutrientes (dosis, fuentes y momento) se debe realizar en función del análisis químico del suelo, principalmente tener en cuenta: % M.O.; NO3 (mg kg-1); SO4 (mg kg-1); P (mg kg-1); pH y relación C/N.  

La fertilización es una práctica de manejo que incrementa los rendimientos de trigo entre el 10 y 30% respecto a los cultivos sin fertilizar.

Para aquellos casos de estrategias de alta producción un nutriente que no debe faltar es el Zn, ya que es escaso en el 70% de los suelos de la región triguera. En el S de Santa Fe la aplicación foliar con Zn a macollaje, incrementó el rendimiento entre el 10 y 17% respecto al tratamiento con solamente NPS.

Es conocida la correlación negativa entre el rendimiento y el contenido de proteínas, sin embargo, hay numerosas evidencias que demuestran que con diferentes estrategias de manejo de la fertilización nitrogenada (dosis x momentos de aplicación) según condición ambiental y cultivar, se puede aumentar simultáneamente ambas variables.

En este sentido muchos experimentos han demostrado que, si el nivel de disponibilidad de N en el suelo es bajo, el agregado de N incrementa el rendimiento pero disminuye o no afecta los porcentajes de proteína en grano. Con disponibilidades medias de N se aumentan simultáneamente los rendimientos y proteínas, y con alta disponibilidad de N se registran aumentos en la concentración de proteínas.

Se determinó que la concentración de N en la hoja bandera en DC 65 (comienzo de antesis) es un buen indicador del contenido proteico de los granos. En este sentido el “medidor de clorofila” surge como una alternativa práctica no destructiva para la determinación rápida y sencilla del Índice de Verdor (IV), que relaciona el contenido de clorofila y de N en la hoja bandera (R2= 0,7 – 0,8); permitiendo estimar por anticipado los contenidos de proteína de los granos y así identificar situaciones de deficiencia de N y corregirlas con fertilizaciones orientadas al mejoramiento de la calidad del grano.

El trigo es uno de los cultivos que por su estructura y por la época en que se desarrolla, es “poco afectado” por la competencia de malezas. No obstante, se debe procurar que no presente competencia por malezas en las etapas tempranas de crecimiento y desarrollo, por ejemplo, entre 5 – 7 hojas verdaderas (macollaje). En ese momento, en el ápice de crecimiento se define el estadio de espiguilla terminal (ET) donde la futura espiga ya terminó de generar la totalidad de sus estructuras, siendo especialmente sensible a cualquier estrés que podría limitar el número de granos por unidad de superficie. El consejo es no sembrar con malezas vivas y aplicar herbicidas en época temprana para controlar las malezas.

Otro aspecto para tener en cuenta es la sanidad, principalmente con respecto a las enfermedades foliares (royas, mancha amarilla y septoriosis de la hoja), cuyos efectos negativos, si bien muestran diferencias muy marcada entre años, es muy importante en la determinación del rendimiento, habiéndose evaluado pérdidas de hasta un 17% en la biomasa a madurez fisiológica y de un 19% en el peso de la espiga (< nº de granos y < peso de estos).

Para el caso de roya anaranjada se ha estimado en el Sur de Santa Fe una tasa promedio de pérdida de rendimiento de 71 – 78 kg ha-1 día-1 desde la aparición de la enfermedad; lo cual indica la conveniencia de un control temprano mediante la aplicación de fungicidas e implica la necesidad del monitoreo de los lotes para constatar el nivel de incidencia de la enfermedad. Muy importante asimismo es el uso de variedades de mejor comportamiento a las enfermedades.

Otra enfermedad por considerar es la fusariosis de la espiga (FET) cuya incidencia, si bien esporádica, fuertemente asociada a la ocurrencia de largos períodos de mojado desde antesis a grano lechoso–pastoso, es significativa cuando se hace presente con pérdidas de rendimiento de hasta un 50%, más el deterioro en la calidad comercial, panadera e industrial. El INTA ha desarrollado un sistema de alarma que opera durante el periodo susceptible del cultivo a la FET (octubre – noviembre), que permite estimar la incidencia de esta enfermedad en base a las condiciones climáticas a la antesis del trigo que orientan al productor a la definición de estrategias de manejo y a la aplicación de tratamientos preventivos para controlarla.

Acerca del autor

Ing. Agr. M Sc. Julio Manuel Castellarín

Profesional Asociado a la EEA Oliveros INTA

castellarinjm@gmail.com

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