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El algodón, una tradicional opción productiva para el norte santafesino

Tecnología, mercado y clima son variables clave en la producción del “oro blanco”.

Santa Fe es un territorio con larga tradición algodonera, un cultivo presente en el norte del país con historia y arraigo en las economías regionales de varias provincias. Se trata de un cultivo que, como otros, precisa mantener niveles de innovación constante para enfrentar un escenario productivo y de mercado cada vez más influenciado por factores como el cambio climático, la macroeconomía y las preferencias de los consumidores.

El camino para hacer más eficiente su productividad pasa, entre otras cosas, por mejoras genéticas, cultivos zonificados, más y mejor tecnología y la búsqueda de productividad por ambientes.

El escenario mundial no es el mejor: los bajos niveles de crecimiento de los países centrales y de los emergentes, así como la persistencia de barreras y conflictos comerciales deprimen los niveles de consumo en general y los precios internacionales del algodón también sufrieron estas zozobras originadas sobre todo en la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Identificar los mercados más importantes, mejorar la trazabilidad y ajustar la producción a las demandas de los clientes son algunos de los factores a tener en cuenta por los productores locales para mejorar sus perspectivas.

Geografía del cultivo

La historia del algodón santafesino es, en parte, la historia del norte provincial. La industria del “oro blanco” comenzó en la década del ´30 del siglo pasado para convertirse, con el tiempo, en un complejo agroindustrial que modificó la dinámica productiva y social de esa región.

La década de 1990 abrió la puerta a cambios por mejores precios internacional y la apertura de la economía argentina. Pero 10 años después la caída de los precios y la inestabilidad económica pusieron en crisis al sector.

En los últimos 30 años, la superficie sembrada con algodón en la provincia creció para pasar de un promedio de entre el 3 y el 10 por ciento en relación al nacional durante la década 2001/2010 a un promedio de alrededor del 22 por ciento en los últimos diez años, con variaciones que fueron entre el 13 y el 28 por ciento en relación a lo implantado en todo el país. Así lo explicó Cristian Zorzón, de la Asociación para la Promoción de la Producción Algodonera (APPA).

A nivel nacional, la campaña 2018/19 dejó una superficie sembrada que supero las 420.000 hectáreas con una producción de 240.000 toneladas de fibra aproximadamente, de las cuales se exportaron alrededor de 90.000 toneladas.

El experto destacó que el pico de área sembrada para la provincia de Santa Fe fue durante la campaña 2013/14 con alrededor de 160 mil hectáreas, mientras que en la última campaña se implantaron unas 100 mil hectáreas en el territorio santafesino.

Tres departamentos del norte concentran casi la totalidad de la producción algodonera provincial: 9 de Julio con casi el 80 por ciento, General Obligado (10 por ciento) y Vera (9 por ciento).

A la hora de analizar los rendimientos entre estos tres distritos, si bien son similares puede detectarse que el potencial productivo de la zona oeste de la provincia es mayor: mientras que la franja del este ronda los 1.600 kilos por hectárea, en la zona del oeste este número alcanza los 2.000 kilos por hectárea implantada. 

Picudos en la mira

Una de las mayores plagas que enfrenta el cultivo del algodón es el picudo algodonero, insecto con un enorme potencial de destrucción que impacta tanto en rendimientos como en los costos de la producción. Con la idea de mantenerlo a raya, desde julio de 2018 la APPA funciona como ente sanitario del Senasa a través del trabajo de las Comisiones Zonales Sanitarias (CZS).

Se trata de grupos de productores coordinados por un ingeniero agrónomo y en la provincia actualmente hay diez funcionando: Villa Ocampo, Arroyo Ceibal, Avellaneda, Romang, Malabrigo, San Javier, Tostado, Villa Minetti, Gregoria Pérez de Denis y Gato Colorado. 

Estas Comisiones buscan mejorar el manejo y/o control del picudo del algodonero en un trabajo coordinado con el Ministerio de la Producción de Santa Fe y el propio Senasa. Además relevan información del cultivo a campo y brindan asistencia técnica y capacitación a productores.

El clima, otro desafío

Los impactos del cambio climático varían alrededor del mundo y pueden afectar la disponibilidad de agua, generar más cantidad de eventos climáticos extremos y cambios en la distribución de plagas y enfermedades. 

En la región del Litoral, este nuevo patrón climático se expresa sobre todo a través de una mayor recurrencia de olas de calor y lluvias muy fuertes en cortos períodos de tiempo. Según un informe del Servicio Meteorológico Nacional, durante el año pasado el noreste de Santa Fe recibió excesos de precipitaciones, generando problemas extras para los cultivos.

Según recomendaciones del ministerio de Agricultura de la Nación, las estrategias para adaptarse a esos cambios deben incluir “el mejoramiento de las eficiencias de producción y el manejo adaptativo enfocado en la productividad del algodón”. Esto incluye estrategias para mejorar la resistencia del cultivo al estrés, el uso eficiente del agua y la salud del suelo.  

Desde esa cartera también se recomienda el desarrollo de variedades tolerantes al calor y el uso del manejo activo del estrés y los reguladores optimizados de crecimiento “bajo condiciones de cambios climáticos”. “Las evaluaciones regionalmente específicas, los enfoques basados en los sistemas y las tecnologías transgénicas/digitales serán vitales, así como el desarrollo de un sistema de información eficaz y precisa para los productores”.

Campaña nueva

Según relató Zorzón, en la zona este de la provincia la situación climática durante enero dejó un déficit hídrico que en algunas zonas fue importante ante la ausencia de precipitaciones de importancia agronómica, lo que dejó aborto de pimpollos y capsulas jóvenes fundamentalmente en los lotes sembrados en el mes de octubre de 2019. En relación a las malezas en más de la mitad de los lotes el control es bueno o muy bueno. La superficie implantada en los departamentos del este de la provincia es de aproximadamente 11.500 hectáreas para la actual campaña.

Para generar mayor y mejor información zonal, desde la APPA junto a otras instituciones se están realizando ensayos en el territorio. En Las Toscas, por ejemplo, se está evaluando la adaptabilidad de tres variedades comerciales con antecesor caña de azúcar. Por otro lado, en La Vertiente se está llevado a cabo un ensayo de variedades, distanciamiento, densidad y promotores del crecimiento vegetal, mientras que en la zona de Romang se están evaluando cuatro variedades comerciales y repuestas a la fertilización con urea.

En el oeste provincial, donde se sembraron unas 60 mil hectáreas, también se reporta cierto nivel de stress hídrico por ausencia de lluvias, una situación que al mismo tiempo permitió avanzar con las actividades de cuidado del cultivo.

Alrededor de un 75% de la superficie del cultivo se encuentra bueno y muy bueno, mientras que el resto está en estado regular. En cuanto a malezas, un poco más de la mitad de la superficie está en buenas condiciones ya que hay varios lotes con problemas de yuyo colorado resistente y manchones con gramíneas de difícil control, entre otras.

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